martes, 7 de agosto de 2007

Filosofía: ¿pensar el mundo o comentar autores?



La filosofía, tal como se practica hoy en los ámbitos académicos, está perdiendo su sentido y su función más originaria, esto es, la de pensar la realidad. La mayor parte de la producción filosófica universitaria está dedicada a recapitular hasta el hartazgo las ideas vertidas por los pensadores célebres. Hay un gran respeto por la tradición, pero no se continúa con ella, que sí aspiraba al conocimiento del mundo, al develamiento de sus misterios.


El cambio al que hago referencia es el siguiente: se pasó de pretender explicar el mundo a pretender explicar lo que los grandes filósofos dijeron de él. Si todo discurrir teórico tiene por objeto la búsqueda de alguna verdad, la verdad que busca hoy el investigador en filosofía es la correspondencia de sus afirmaciones con el texto al que está estudiando, no con el mundo. Así, por ejemplo, pertenecen típicamente a la actividad filosófica tradicional afirmaciones tales como la conocida sentencia de Aristóteles: “el hombre es un animal político”, mientras que las afirmaciones que abundan hoy en día en los libros de filosofía tienen más bien una estructura similar a “según Aristóteles, el hombre es un animal político” o “el hombre aristotélico es un animal político”. Como se percibirá, la primera de estas proposiciones es verdadera o falsa si refleja o no un aspecto propio de la condición humana -su politicidad-, mientras que las otras dos son verdaderas porque en efecto Aristóteles concibió al hombre de esta manera. Mientras que la afirmación de Aristóteles se refiere a un punto esencial, y el develamiento de su verdad o falsedad es un asunto de primera importancia, la aseveración sobre este gran filosófo es sin dudas verdadera, pero trivial.


No ignoro que en los libros de filosofía de hoy podemos encontrar relaciones menos evidentes y más complejas e interesantes que las mencionadas en los ejemplos. Pero aún en aquellos casos, es claro que el objetivo del autor radica en la interpretación de una determinada concepción filosófica de uno o varios pensadores y no en la interpretación del mundo mismo.

La operación por medio de la cual las instituciones van redirigiendo nuestra mirada desde las cosas hacia los libros puede parecer inocente pero no lo es. La filosofía académica puede llevarnos hacia un olvido de la realidad. Hasta podríamos formular una suerte de idealismo académico (válido en casos extremos), cuyo axioma diría aproximadamente: “Sólo es real lo que dijeron los filósofos célebres”. Y a modo de corolario agregaría: “Y sus intérpretes reconocidos”. En este marco, se entiende que el ideal institucional del filósofo esté dado por las figuras del erudito y del especialista, y no por quien se plantea con pasión los grandes interrogantes y se esfuerza por responderlos adecuadamente. Así, no está bien visto que algún integrante de la comunidad filosófica sostenga una tesis propia. En esos casos, resulta llamativo que el mejor modo que tiene ese miembro para defender su idea consista en hacer notar que también había sido sostenida, por ejemplo, por Schopenhauer.

El peligro que encierra una perspectiva como ésta es el de hacernos cerrar los ojos al mundo, el mismo mundo que inspiró las reflexiones más profundas de Platón, Kant y tantos otros que dedicaron su vida a develarlo. Una actitud tan academicista conlleva la paralizante idea de que en materia filosófica ya nada hay por decir, de que todo lo que podía decirse ya ha sido dicho. Termina así negando el sentido de la filosofía como búsqueda.

No es la intención de este comentario sugerir que para hacer filosofía haya que renunciar a la lectura de los grandes pensadores, o pretender que podamos filosofar hoy como si nunca nadie lo hubiera hecho. No propongo ignorar que hemos sido precedidos por gigantes. Pretendo solamente que esta certeza (que suele hacernos sentir ínfimos) no se convierta en un obstáculo tan grande como para llevarnos a renunciar al impulso hacia la verdad, impulso que nos motivó a elegir a la filosofía como nuestra forma de vida.

por : Nicolás Zavadivker

extraido de : Revista Dixi

4 comentarios:

Romina Rosciano Fantino dijo...

Primero que nada, buena la idea de hacer un blog de la carrera!! Espero que tenga éxito =)

Segundo, me pareció muy acertado este artículo, y comparto plenamente la opinión de Nicolás -sé que no soy la única que la comparte. Si bien he tenido poca experiencia académica, es algo evidente esto que paulatinamente nos enfocamos más en los autores y en sus verdades y menos en el mundo que fue el disparador de las ideas de aquellos a quienes hoy les otorgamos el respeto que merecen los ídolos.

La propuesta de cambio a mí me atrae, pero es una gran empresa llevarla a cabo, porque requiere romper con muchas estructuras, requiere una renovación desde las raíces, requiere sacrificar muchos intereses que muy probablemente la mayoría no esté dispuesta a hacerlo... Bueno, hasta aquí mi pueril pensamiento.

Tengo las esperanzas de que el cambio se de.

Saludos a todos!

Anónimo dijo...

Ante todo, por mí parte comparto la opinión anterior, de que es una gran idea el haber creado un especio de opinión para los alumnos de la carrera. Me parece un genuino aprovechamiento de los recursos tecnológicos actuales y, ojala tenga el justo éxito que una empresa como tal merece.
Respecto del contenido del postulado, considero que es un tema de tan grande dificultad como así también importancia. Tan importante me resulta, que por mí parte concibo que no debería ser tratado así como apresuradamente, sino antes bien ser el objeto de una seria y genuina reflexión, y no el objeto de un mero arrebato pasional (aunque agradesco de todo corazón que merced a este mismo arrebato haya podido enterarme de tan compleja situación, y muchos otros, ojalá puedan enterarse). La templanza por sobre todas las cosas pues no es cuestión poco seria la que aquí se ha planteado. Primero, desde mí posición, respeto mucho los trabajos que profesionales y pensadores realizan con el objeto de facilitar a quien desee recibirla, una comprensión acerca de los escritos y de la obra de los grandes pensadores que ha tenido la Humanidad (aclaro que, siempre que la intención sea la de aclarar su pensamiento, o bien la polemizar en ciertas aspectos en los que se esta en desacuerdo). ¡Tan grande es la distancia cultural que nos aleja de ellos!
Segundo, paréceme que a lo largo de toda la Historia no hay ningún hombre que haya filosofado a partir de la nada, sino que su obrar esta íntimamente relacionado a sus condiciones de posibilidad, y generalmente realizado como respuesta a determinados interrogantes (mucho de ellos ontológicos, y por tanto intemporales, otros no) y siempre en diálogo (y a veces en polémica)con sus predecesores. Por ello es que el "academicismo" osea, el estudiar con total seriedad y hasta las raíces (aun dentro de nuestras peculiares posibilidades) la obra de algún filósofo me aparece como una de las mejores ocupaciones que un espíritu prudente pudiese llevar a cabo, y realmente lamento (con mucho dolor) el hecho de que en las actuales condiciones de vida, dicha empresa (a mí juicio la mejor) no pueda llevarse a cabo cabalmente, en plenitud, ni por la mayor cantidad de la gente. A pesar de las dificultades que la actual "organización" política, económica y cultural presenta para su realización práctica, me parece que estudiar a los grandes pensadores sigue siendo un verdadero privilegio y una verdadera fuente inagotable de reservorio cultural. Fuente que como tal,no debería sr nunca desestimada (como de hecho en las grandes épocas nunca lo ha sido). Las actuales condiciones hoy más que nunca (piensesé que se juega nada menos que la continuidad de la vida en el planeta) nos impelen a comprender el pasado, a aprender de los mejores, y a luchar por reivindicar en la cotidianeidad y por tanto en las más importantes instituciones, sus más acertadas reflexiones. Quizá, este momento de crisis de la Modernidad, no sea el momento propicio para realizar grandes escritos acerca de la naturaleza del mundo, sino de luchar para que el mundo sea un lugar más justo. Para ello, no hay mejor capital que el cultural, que la paideia. Ale menos esta es mí humilde opinión.

Anónimo dijo...

Ante todo, por mí parte comparto la opinión anterior, de que es una gran idea el haber creado un especio de opinión para los alumnos de la carrera. Me parece un genuino aprovechamiento de los recursos tecnológicos actuales y, ojala tenga el justo éxito que una empresa como tal merece.
Respecto del contenido del postulado, considero que es un tema de tan grande dificultad como así también importancia. Tan importante me resulta, que por mí parte concibo que no debería ser tratado así como apresuradamente, sino antes bien ser el objeto de una seria y genuina reflexión, y no el objeto de un mero arrebato pasional (aunque agradesco de todo corazón que merced a este mismo arrebato haya podido enterarme de tan compleja situación, y muchos otros, ojalá puedan enterarse). La templanza por sobre todas las cosas pues no es cuestión poco seria la que aquí se ha planteado. Primero, desde mí posición, respeto mucho los trabajos que profesionales y pensadores realizan con el objeto de facilitar a quien desee recibirla, una comprensión acerca de los escritos y de la obra de los grandes pensadores que ha tenido la Humanidad (aclaro que, siempre que la intención sea la de aclarar su pensamiento, o bien la polemizar en ciertas aspectos en los que se esta en desacuerdo). ¡Tan grande es la distancia cultural que nos aleja de ellos!
Segundo, paréceme que a lo largo de toda la Historia no hay ningún hombre que haya filosofado a partir de la nada, sino que su obrar esta íntimamente relacionado a sus condiciones de posibilidad, y generalmente realizado como respuesta a determinados interrogantes (mucho de ellos ontológicos, y por tanto intemporales, otros no) y siempre en diálogo (y a veces en polémica)con sus predecesores. Por ello es que el "academicismo" osea, el estudiar con total seriedad y hasta las raíces (aun dentro de nuestras peculiares posibilidades) la obra de algún filósofo me aparece como una de las mejores ocupaciones que un espíritu prudente pudiese llevar a cabo, y realmente lamento (con mucho dolor) el hecho de que en las actuales condiciones de vida, dicha empresa (a mí juicio la mejor) no pueda llevarse a cabo cabalmente, en plenitud, ni por la mayor cantidad de la gente. A pesar de las dificultades que la actual "organización" política, económica y cultural presenta para su realización práctica, me parece que estudiar a los grandes pensadores sigue siendo un verdadero privilegio y una verdadera fuente inagotable de reservorio cultural. Fuente que como tal,no debería sr nunca desestimada (como de hecho en las grandes épocas nunca lo ha sido). Las actuales condiciones hoy más que nunca (piensesé que se juega nada menos que la continuidad de la vida en el planeta) nos impelen a comprender el pasado, a aprender de los mejores, y a luchar por reivindicar en la cotidianeidad y por tanto en las más importantes instituciones, sus más acertadas reflexiones. Quizá, este momento de crisis de la Modernidad, no sea el momento propicio para realizar grandes escritos acerca de la naturaleza del mundo, sino de luchar para que el mundo sea un lugar más justo. Para ello, no hay mejor capital que el cultural, que la paideia. Ale menos esta es mí humilde opinión.

Fabián Vera dijo...

Para nada, Nicolás. Lo que llamas la "filosofía académica" es sólo una parte, quizá la más visible hoy, de lo que considero filosofar. Respeto y dedico gran parte de mis horas a la Academia, sin que ello obstaculice mi visión del mundo que vivo. Por el contrario, el diálogo con los célebres filósofos e intérpretes es un estilo de hacer filosofía. No veo peligro en ello. Sólo los no formados pueden pretender que la filosofía en base a autores y la vuelta constante al pasado sea un pasatiempo estéril. Ningún filósofo que se precie en la Historia de la Filosofía resignó su pensamiento y su intepretación del mundo por afirmar sentencias tales como "según Aristóteles el hombre es un zoon politikon". Muy por el contrario, la mayor parte de ellos refirió en su obra el diálogo o contraposición con la obra de algún otro, anterior o contemporáneo.
Por otro lado, creo que planteás una posición que confunde instrumentar en filosofía con hacer filosofia. Enseñar filosofía no es filosofar, necesariamente. Es muy importante poder repetir un autor. Es una destreza que muy pocos tienen, y que difícilmente se logre de la noche a la mañana. Implica conocer su época, sus interlocutores, saber diferenciar posiciones propias de ajenas, ser honesto intelectualmente y reproducir aquello con lo que estamos o no de acuerdo... y decenas de otras actividades intelectuales que en la vida académica seria se aprende con los años.
Ello no tiene necesariamente que ver con filosofar sobre el mundo. Pretender transformar la academia filosófica en un centro de pensadores sobre el mundo es, como mínimo, elitista y miope. La universidad, como la vivimos hoy, ya no es el refugio de los intelectuales a los que hay que escuchar por su sabiduría. Por suerte, puede haber gente que piensa, y de hecho lo hace muy bien, fuera del claustro.
Este prejuicio acerca del rol del filósofo desde la universidad, que arrastramos desde el medioevo, cuando sólo unos pocos sabían leer y escribir, y continuado en la modernidad europea, donde la academia era el sacrosanto lugar del saber de los privilegiados, hoy se ve cuestionado, entre otros medios, por la pluralidad de modalidades y accesos al saber. De allí que, en este nuevo contexto contemporáneo, el filósofo "profesional" se vea invadido y temeroso del peligro de los repetidores.
Repetir no es fácil, apasionarse por unas cuantas ideas sí lo es.
y aquí van unas cuantas citas, recordadas de memoria (no se si están bien)
"La filosofía es una actividad, no un teoría." Wittgenstein.
"Lo más fácil es enjuiciar lo que tiene contenido, más difícil es captarlo, y lo más difícil de todo: lograr su exposición." Hegel
"¿por qué es en general el ente, y no más bien la nada?" Leibniz, "ésta es la pregunta fundamental de la filosofía", Heidegger repitiendo Leibniz.
"Soy amigo de Platón, pero más amigo de la verdad". Aristóteles.
"Dios es aquello más grande que lo cual nada puede pensarse" Descartes repitiendo Anselmo.
"pienso, dudo, existo" Descartes, nuevamente, repitiendo a Agustín de Hipona.


Esto, como una muestra de que enseñar filosofía no es pensar el mundo, sino conversar con otros, pensando que quieren decirnos algo. Sobre todo, con aquellos que leyeron mucho, pensando aún mejor que nosotros, sobre el mundo.

Saludos a todos

Fabián Vera. UNT