martes, 30 de octubre de 2007

La Tecnè, el Todo y sus Partes

(Deus)


Se dijo que el poeta es un personaje del mundo falaz, que adolece de realidad y que le sobran ismos en su carterita de opio, que sus verdades son siniestras y que el tiempo no madura sus grisáceos lóbulos de donde nace aquel aliciente de la duda. ¿Somos acaso capaces de creer en historias fantásticas y multifacéticas realidades, en relatos absurdos y en un amor único? ¿Dejaríamos a Sófocles, a Víctor Hugo, a Rubén Darío, a Goethe o a Baudelaire en los anaqueles de la historia infundada?

Por supuesto que no… y no solo somos capaces de creer en estas fantasías, es menester que lo hagamos, lo necesitamos, es un deber imperioso del ser humano encontrar sustento en el esteticismo de las formas y todos los mundos. Ya sea pintada, cantada, actuada y en este caso en particular escrita, la poesía nos transporta al universo quimérico donde el poeta asesina sus estados de animo como una inminente catarsis que favorece al florecimiento de la belleza y la fealdad, de la alegría y la tristeza, del desamor y el desamor. La estética es la naturaleza del hombre, la naturaleza que el hombre hizo para los hombres, una construcción ideal de los mundos del mundo, de las esferas concéntricas y los deliciosos antagonismos sopesados por la justicia poética. La buena vida, el malvivir, el frenesí y la desazón, la traición que subyace en la injusticia del narcisismo. Así estos variados atributos dicen que somos hombres falibles, prescindibles y hasta equívocos, sin embargo es en este estadio donde suscita la trascendencia del ser hombre, de ser poeta, artesano, rey, verdugo o dictador.

Tanto el poeta como los demás artífices de la realidad, se encuentran en constante producción, porque si se es poeta nunca se dejará de serlo y no habrá interrupción en su labor, aunque no tengamos aprisionado entre las manos un magnífico libraco tornasolado de poesía, no claro que no, el arte vive dentro de nosotros y mientras el literato esboza algún desenlace crucial y el compositor destruye pentagramas etéreos, el poeta combina una métrica propia con recursos y une versos dentro de su cabeza, siempre en busca del bien perdido, siempre abusando de paradojas sublimes y lecciones de la existencia misma. Sabiamente adiestrado en la percepción y el llamado de las musas el poeta escribe, a veces, como alguien dijo con más suerte que inspiración y con más ganas que talento.

Siempre atento y expectante, ávido y nutrido mientras transcurre la tormenta que ocasiona la creación, consolado más que nada, por que tiene en su poder el atributo o la cualidad de lo perfectible. Quizá este atributo deba entenderse como el sesgo divino que emancipa al hombre de la tutela del gran creador, quien por su arte nos convierte en refractarios de aquel haz de luz que se dispara del prisma divino. Si, somos el cristal en donde refracta el aura o la esencia, en donde se manifiesta la autonomía de lo creado y la existencia de un subartesano conocido como hombre. Sin embargo es imposible concebir al arte como un deber sino como la respuesta a un mensaje, como una crítica, como una queja, como las loas y la aceptación, tanto por el agrado y por el desacuerdo, que puede generar el ser creados perfectibles a partir de lo que se dice a si mismo perfecto.

¿Será tal vez el arte un desquite del humano imperfecto?

Pues es lo más posible… Un desquite que deja ver el lado irascible de Dios latente en los hombres. Un desquite que atenta contra las formas, en el devenir de la potencia en acto. Un ajuste de cuentas entre lo real y las apariencias, donde es imposible obviar el carácter lúdico inmanente a la tecné en la elaboración o producción que va desde los oleos sacros hasta los improvisados pasacalles que saturan a la ciudad de criptografías, permitiéndonos así leer los murales del tiempo y percatarnos con viveza de que el arte es un mensaje cifrado que trasciende a los hombres y revela la sublime impronta de artífices e inventores visionarios, adelantados en su tiempo, que supieron encontrar en la imperfección una lectura transgresora, un touch que convierte al artista en el factótum aeternus, avezado en tantos menesteres como el arte lo requiera mientras que este mensaje cifrado, este acertijo va transformándose en el padre de una realidad incompleta o inacabada, una realidad que logra bastardear 2 aquella primera idea perfecta, ese destello inasible que moviliza lo ideal; no obstante esta se mueve sin ser movida logrando la justa identificación con su simiente y el prototipo de la perfección.

1- Humano imperfecto, puede ser tomado como una obviedad, pues se sobreentiende que la condición humana implica un ser imperfecto.

2- Bastardear, tómese como degeneración de su naturaleza. (Idea)

Por Nicolás Martínez Ribó

2 comentarios:

Unknown dijo...

todo ser, que nace con ojos, desea ser visto, que nace con oidos, desea ser oido, que nace con gusto, desea ser saboreado, con nariz, desea ser percibido....lo primero que hace el hombre cuando viene al mundo, es inhalar el olor a sangre, a madre, a mundo, a aire...el hombre es pura y principalmente estetico...

Anónimo dijo...

Con el respeto que se merece el autor de tal escrito, quiere pedirle permiso su espacio de comentarios, para preguntarle al que maneja dicho blog, si es posible agrandar la letra de los textos que se van subiendo, cada dia (y eso que uso anteojos) me cuesta leer mas los textos.
¿es posible? por favor, solo un poco mas grandes.

Gracias-