domingo, 28 de octubre de 2007

Rescatando el valor del capital humano


Entrevista a Jesús Alberto Zeballos para La Gaceta

El flamante presidente de la Asociación Filosófica de la República Argentina (AFRA) afirma que una crisis es una oportunidad para la vida personal.



En septiembre pasado, el profesor de Filosofía e investigador Jesús Alberto Zeballos pudo constatar empíricamente lo que ya venía estudiando en la teoría: que, contrariamente a lo que supo decir la tradición, hay que que saber sacar del caos una oportunidad. Y que a las empresas hay que empezar a mirarlas con una mirada diferente, en la que el capital humano tiene una fuerte incidencia.

“Hace un tiempo he escrito un trabajo sobre la administración caótica. Durante la experiencia de la organización del IV Congreso Argentino de Filosofía, que hemos organizado en Tucumán, pudimos ver cómo se puede administrar algo respetando los objetivos del grupo, aun cuando en este aparece un cierto caos”, afirmó Zeballos, retomando la experiencia que nucleó en esta provincia filósofos de todo el país.

Al finalizar el Congreso, que siempre va rotando de sede, Zeballos fue elegido presidente, por dos años, de la Asociación Filosófica de la República Argentina.

“Sobre la base de las teorías de Prygoyine y de Bertalanfy, una empresa es en mayor medida activa y productiva cuando está al borde del caos. Es la búsqueda de lo que tradicionalmente se llamaba homeostasis, y que yo prefiero llamar homeorresis, porque es un estado de equilibrio que siempre se pierde y se vuelve a buscar”, reflexionó el filósofo.

- La famosa consigna de convertir la crisis en oportunidad...
- Exacto. En el campo de la administración, la postura de la administración clásica decía que el administrador era un hombre sagaz, tomador de decisiones oportunas, pero aquí no ocurre eso. Aquí hay un caos que se retroalimenta con distintos elementos, para lo cual hay que tener en cuenta muchas cosas.

-Usted integra un grupo de investigación sobre capital humano y formación de profesionales...
-Es un grupo multidisciplinario en el que hay matemáticos, lógicos, economistas, administradores. Y lo que estamos investigando es la influencia de lo que los economistas llaman capital intangible, y que hace al progreso o al retroceso de las empresas. Hay muchas cosas que no parecen cuantificables (como sí lo son las maquinarias o los edificios), pero que tienen una fuerte incidencia en el destino de las empresas.

- ¿Se trata de definir las condiciones para el trabajo?
- Más que de las condiciones para el trabajo, se trata de las condiciones humanas para el trabajo: es decir, “este señor rinde más allá que acá”; “este señor tiene más condiciones para esto que para aquello”. Todo eso también se puede cuantificar. Es algo bastante novedoso. Lo vemos con métodos cualitativos; y lo que se puede cuantificar, se cuantifica de un modo probabilístico.

- ¿La Facultad de Ciencias Económicas fue el campo de experimentación?
- Sí, porque el proyecto está relacionado con la formación profesional. El capital humano es fundamental en el buen desarrollo de una empresa, sea privada o pública.

- ¿Qué se ve en la UNT ?
- Que mucho del trabajo recae sobre los docentes medios. Por distintos motivos, la gente más joven- los auxiliares, los jefes de trabajos prácticos- son los que más trabajan; en algunos casos, porque tienen pasión por lo que hacen; en otros casos porque necesitan agrandar su currículum, por la carrera docente. Eso pasa en toda la universidad. Si vemos la organización de los congresos, esos sectores son los que llevan el mayor peso. Es, precisamente, lo que ha pasado en el Congreso Argentino de Filosofía que hicimos en Tucumán : ellos son los que trabajaron. Y lo que no aparece es el trabajo.

- ¿El Congreso fue caja de resonancia de la discusión filosófica en la Argentina?
- Sí, se vio mucha discusión sobre filosofía política, sobre filosofía biopolítica. Este último tema fue trabajado por Foucault, que señalaba que incluso las necesidades biológicas pueden ser determinadas autoritariamente en una organización casi mecanicista, y pueden determinar cuestiones tales como qué debes comer para producir más, cuál es tu tiempo de descanso, y cuál debe ser tu tiempo de trabajo. Muestra un mundo muy planificado...

- Un gran hermano orwelliano...
- Eso es. Y en ese sentido diríamos que si a nosotros nos llegan a determinar hasta los parámetros biológicos, estamos perdiendo no sólo la libertad de conciencia, sino hasta la libertad biológica. Y hay un sometimiento total del individuo.

- Otro tema fue el del lenguaje ¿Por qué interesa tanto la cuestión del lenguaje?
- La filosofía del lenguaje es, de alguna manera, la vedette de estos tiempos. Desde la década del 60 en adelante se habla del “giro lingüístico”. Así como en otras épocas se ponía la atención en la metafísica, en el problema del ser, en el problema del hombre, aquí se ha descubierto que el problema fundamental es el problema del símbolo. Que si no existe la mediación del símbolo no hay cómo arribar a la realidad; en un artículo, yo escribí que es muy difícil superar la ficción del lenguaje. Es lo que Wittgenstein define como “la mosca dentro de la botella”. Estamos como entrampados en las redes lingüísticas...

- La paradoja del lenguaje que incomunica...
- Efectivamente. Yo diría que esa es la condición del lenguaje. Por eso es que el psicoanálisis explota tanto la cuestión del malentendido. Al fin y al cabo, uno dice algo, pero el otro lo recibe desde su propia experiencia.

- ¿Hay épocas más propicias para el malentendido que otras?
- No lo había pensado, pero es probable que esta sea una de esas épocas. Y parte de ese malentendido, me parece, es propiciado por cierto manejo de los medios de información. Creo que hoy uno de los grandes problemas es el ruido. Creo que hoy hay más ruido que información. Hace tiempo yo escuchaba una suite francesa del siglo XIX, interpretada por un guitarrista exquisito, Fernando Sor, y me decía a mí mismo que el oído contemporáneo no está hecho para esta música, que lleva a la meditación. La música actual, por el contrario, lleva al aturdimiento.

- Es la diferencia entre informar y comunicar...
- Así es. Comunicación viene de “hacerse uno”. No sé si será verdad, pero una vez alguien me dijo que había una tribu primitiva entre los guaraníes, que desarrollaba la siguiente práctica, están un tiempo largo, sentados unos a la par del otro, sin hablar. Y después de un tiempo, se dicen: “bueno, compadre, ya he visto que está bien”. Y se va. Una comunicación maravillosa, ¿no? La comunicación del silencio.

- ¿A qué atribuye el interés de los jóvenes por la filosofía?
- Creo que es producto de estos tiempos desesperanzados. Los jóvenes con alguna inquietud se vuelcan a la filosofía buscándole algún sentido a toda esta cosa que se presenta como tan caótica, tan imprevisible. Esa vida que, como escribió Shakespeare, es un cuento narrado por un idiota.


LA GACETA

6 comentarios:

Unknown dijo...

decir que la musica de hoy, solo aturde, es desconocer y mostrar una ignorancia acerca del tema...no sera que el "caos" le impide ver/oir la realidad?

Anónimo dijo...

"..Hace tiempo yo escuchaba una suite francesa del siglo XIX, interpretada por un guitarrista exquisito, Fernando Sor, y me decía a mí mismo que el oído contemporáneo no está hecho para esta música, que lleva a la meditación. La música actual, por el contrario, lleva al aturdimiento..."


Me gustaría poner un punto de crítica y preguntar tanto a la comunidad que participa alegremente y abiertamente de este espacio, como al profesor Zeballos: ¿Cuál es el criterio para afirmar que la música actual lleva al aturdimiento o que hace ruido, que es basicamente lo mismo que decir que la música actual es ruidaje?
Mas allá del tipo de música que el profesor este haciendo referencia, me parece que no hay un criterio objetivo para decir este o tal tipo de musica produce ruidaje, justamante (como creo haberlos afirmado en un texto que subi a este Blog) uno encuentra placer, belleza y confortabilidad espiritual y auditiva en donde otros no.
Quiero traer a colación el famoso dicho popular que me servirá a modo de ejemplo para aclarar esta idea: "sobre gustos no hay nada escrito".
Me parece que adjudicar peyorativamente el calificativo de ruido a cierto estilos de música es NO TENER RESPETO POR PERCIBIR EL ARTE( EN ESTE CASO LA MÚSUCA) Y LA SENSIBILIDAD DE OTROS SERES PERCIPIENTES; es no tener respetar la diversidad de gustos Y LA MÚLTIPLES FORMAS DE SENTIR LAS DIFERENTES EXPRESIONES QUE LA MÚSICA TIENE PARA LOS DIVERSOS ESTADOS DEL ALMA; y por lo contrario hacerse poseedor de cierto poder con el cual decir arbitrariamente: esto es música, esto es ruidaje, esto es buena música, esto no es música.
Con todo el respeto que se merece dicho profesor, no concuerdo en absoluto con su postura.
No creo que haya Música buena , ni mala...creo simplemente que hay modos diferentes de sentir la música.




Saludos Cordiales

Anónimo dijo...

El que suscribio el texto anterior, era yo, Santiago Santiaguin Tiago-

Anónimo dijo...

Maidana presidenta!

Suspirito... dijo...

Amén

Anónimo dijo...

se enojo Tito